Sus convicciones:
Comenzamos haciendo un minuto de silencio en honor de las mujeres africanas que luchan por su dignidad y la de sus familias.
La mujer y madre africana transmite la vida y la cultura, logra el milagro cotidiano de dar de comer a su familia y guardarla en salud.
Hoy África cuenta con muchas mujeres competentes, luchadoras, activistas en muchos ámbitos y sensibles. Cada vez hay más voces femeninas que toman fuerza en su empeño por salir de sus precariedades. Gritan por la paz y la justicia para que los gobiernos respeten sus derechos. Esto es difícil porque las mujeres africanas se mueven en culturas que no los reconocen.
De una vaquita a un rebaño
Algunas mujeres tenían una vaca, manera de ahorrar y de tener un pequeño capital disponible para una emergencia, pero al juntarse en grupo constituyeron un rebaño y, de ocho vacas, llegaron treinta y cinco. Otras mujeres que no eran del grupo pidieron colocar su vaquita en este rebaño que crecía y al juntarse aumentaba el capital. Vendiendo los machos, lograban dinero para pagar vacunas y impuestos.
En Camerún
Estábamos en el extremo norte, cerca del desierto, en algún lugar situado entre las poblaciones de Maroua y Mokolo, con un calor indecible, llegábamos a los 53 grados; también teníamos problemas con el agua. En período de lluvias todos están en el campo; cuando los grandes calores nadie puede hacer nada; nos quedaban tres meses para trabajar con las mujeres.
Preparar a las mujeres para ser independientes
Para eso necesitan saber leer y escribir, aprender a trabajar en equipo y defender sus derechos. El problema más grave: la bebida, el alcohol destilado de mijo. Constituido un grupo, comenzábamos buscando una actividad económica rentable, en general tenía que ver con la alimentación: comprar ovejas y criar corderos; mijo en el momento de la cosecha, cuando se vende barato; pescado seco... y así el grupo tiene capacidad para prestar dinero a sus miembros, lo hace con un interés del 10%. Sólo presta a mujeres porque, desgraciadamente el hombre se da más a la bebida mientras que la mujer piensa en la familia.
Para estas actividades la diócesis paga animadoras que ayudan a los diferentes grupos a desarrollar sus planes. A nosotras nos toca animar a la animadora y a la gente para que no se desanimen, negocien siempre y no bajen los brazos.
Nuestras alegrías
A lo mejor no son muchas, pero son muy grandes. Hay mujeres que dejan de fabricar alcohol aun cuando esta actividad permite ganar dinero, "porque si lo fabrico también voy a beber". Otras salen de la precariedad, acceden a una vida normal y toman la palabra en todos los lugares sin miedos ni complejos, esa es nuestra alegría. Hay mujeres que lloran de alegría cuando ven que una compañera lee en la iglesia delante de todos.
José Ramón Carballada, SMA |